¿HAY ALGÚN PUEBLO QUE HAYA OÍDO, COMO TÚ HAS OÍDO, LA VOZ DEL DIOS VIVO?

¿HAY ALGÚN PUEBLO QUE HAYA OÍDO, COMO TÚ HAS OÍDO, LA VOZ DEL DIOS VIVO?

Qué privilegio hemos tenido,
el haber podido escuchar la voz del Dios vivo.
Pero no es solo un pasado ni un recuerdo para el olvido.
Esto es el presente, que se da para nosotros hoy mismo.
Dios Trinidad nos vuelve a decir que somos sus hijas e hijos.
Si dirigimos la mirada al comienzo del mundo, podemos observar que todo estaba limpio,
y con limpio me refiero a que todo estaba lleno de belleza, de libertad, de vida, sin que hubiera maldad ni enemigos.
Dios entonces había creado el sitio perfecto para todo lo que es distinto,
para lo singular en medio de la mismas especies, ya que no hay nada ni nadie repetido.
Sin embargo, hoy debemos sacudirnos el polvo del camino,
el polvo de querer ambicionar las cosas de los demás, porque creemos que ese es nuestro mejor destino.
Creo que en verdad no hemos entendido nada del mensaje divino.
Pero, bueno, aquí estamos y contamos para solucionarlo con Jesús, su Hijo,
nuestro hermano mayor, defensor y compañero en el camino,
el que nos levanta cuando estamos hundidos por haber caído,
el que limpia nuestras lágrimas, el que nos consuela y devuelve la Paz que habíamos perdido.
Y, ¿qué decir de la presencia del Santo Espíritu?
Él nos alienta cuando estamos sin sentido,
es Él quien nos endereza cuando vamos por un mal camino,
es el que nos llena de gozo cuando somos dóciles a su designio divino.
Que la Santísima Trinidad, que es Comunidad y Familia, nos siga bendiciendo y concediéndonos la experiencia de sentirnos y ser en verdad sus hijas e hijos,
hermanos en el mismo mundo, caminando hacia Ella como único y verdadero destino,
hacia Ti, nuestro Dios que eres, Padre, Hijo y Espíritu.
Providencia bendita, el Dios contigo y conmigo.

Sor María Elena Hernández González
Plasencia 30-5-21

MARÍA, COMPAÑERA, MADRE, MAESTRA Y AMIGA

MARÍA, COMPAÑERA, MADRE, MAESTRA Y AMIGA
Me resulta fácil hablar de ti, María,
tenerte como compañera y amiga.
Como Madre, tú eres la mujer totalmente entregada, paciente, perseverante, humilde y sencilla.
Maestra que nos revela la importancia de la filiación humana y también divina;
Tú eres la que nunca defraudas y siempre nos auxilia.
María, la persona de la mirada transparente y profundamente limpia,
la compañera de la noche y del día, la fiel peregrina,
la que disfruta con la amistad y potencia la unión de las familias.
Eres la Madre vigilante que, constantemente con su ternura, nos da la verdadera vida, así como la paz que nos levanta y nos cobija;
la que entiende de dificultades, de problemas, de sufrimientos y, cómo no, también de huidas.
Mujer de fe, aquella que tiene tatuada en sus entrañas nuestros nombres, junto con la confianza en la Providencia bendita.
María, tú que conjugas la maternidad con ser, a la vez maestra y discípula.
Te pedimos que nunca apartes de nosotros tu mano amiga,
Tú, la que nos esperas en casa, en la calle, en el comercio y en cualquier esquina.
A ti, pues, nuestras gracias infinitas.
Señora por antonomasia, por tu delicadeza, por escucha constante, por tu oración fiel y por tu continua acogida.
Compañera de caminos rectos, como de montañas, ya sea a la orilla del mar o por los distintos riscos y avenidas.
Madre que escuchas siempre nuestros suspiros, que impulsas nuestras metas llenándolas de fe, de esperanza, de cariño y empatía.
Pinta, Madre, de colores las miradas de nuestros mayores, adultos, jóvenes, niños y niñas.
A ti, Madre, la que lees nuestros corazón y nos susurras las palabras que sanan las heridas,
heridas que nos han dejado las personas y los acontecimientos en las etapas distintas,
te pedimos que nos mantengas siempre fieles en el seguimiento de tu Hijo y en la Voluntad divina.
Ayúdanos a fortalecer nuestras débiles voluntades para poder socorrer a todos los que nos encontremos con sus manos muchas veces cerradas por el dolor y la envidia.
Madre, Compañera, Maestra y Amiga gracias por permitir que seamos tus hijos e hijas.
Por tanto, que nadie se sienta huérfano o huérfana independiente de su edad, porque en verdad no lo somos ni lo estamos nunca, miremos hacia nuestro interior y descubriremos la llamada de la filiación divina, la que no se apaga y la que siempre nos guía.
Que el abrazo de Dios y de María sean nuestro motor para vivir con gozo y alegría la vocación del servicio que desempeñamos cada día.
Muchas gracias por estar ahí, por escucharme, que Dios y nuestra Madre María os bendigan.
Amén.
Sor María Elena Hernández González

Plasencia 28-5-21

JESÚS ASCIENDE AL CIELO

JESÚS ASCIENDE AL CIELO

Querido Jesús que nos prometiste un nuevo cielo,
y no porque el que esté ahora no sea verdadero,
sino porque cambiarán todos nuestros conceptos.
Me pregunto: ¿Si nos cuesta tanto ser conscientes de lo que nos revela la oración del Padre nuestro,
cómo vamos a poder concebir que existe un cielo nuevo?.
¡Nuestro cielo es tan pequeño que no llega ni siquiera a tocar el universo.!
Sin embargo, nos olvidamos que ya forma parte de nuestro ser y que lo tenemos dentro.
Porque nuestro interior es sumamente infinito y trasciende todo lo palpable, lo visible e incluso al mismo universo.
Jesús asciende al cielo,
el Espíritu que se hizo cuerpo,
el Dios omnipotente que decidió hacerse un hombre, es decir, un ser terreno,
el Amor invisible que se convirtió para nosotros en puro gesto.
¿Qué hacéis mirando al cielo?. Volved a vuestras familias, trabajos, ciudades y barrios y seguid practicando mi ejemplo,
porque no os dejo huérfanos.

Sor María Elena Hernández González

Plasencia 16-5-21