NUESTRA META TIENE UN ROSTRO

NUESTRA META TIENE UN ROSTRO


Hace unos días, celebramos de Jesús su Bautismo,
el día en que Dios revela su identidad como Dios Trino,
y públicamente a Jesús lo proclamó como Hijo,
y nos mostró también cuál es su deseo, es decir, cuál es nuestro destino.
Nos habla del encuentro filial o fraterno con lo humano y también con lo divino,
porque Él es nuestra meta y también nuestro sentido, sentido y meta que tienen un rostro tan real y tan cierto como que yo ahora esta poesía te escribo.
Ojalá llegáramos tú y yo a ser totalmente conscientes de ello, porque nos podríamos sentir verdaderamente hijos dignos.
Nuestras motivaciones volverían a llenarse de ilusiones futuras, de miradas esperanzadoras y de hermosos recuerdos, así como de acciones y de gozosos recorridos.
Lucharé con energía, porque me siento amada y también mi interior se encuentra fortalecido.
Y es que nuestra meta tiene un rostro tan real y tan cierto, como que yo hoy existo;
tan cierto, como lo es el pensamiento que revela y guía mi oración, estas palabras y todos mis sentidos.
¡Qué providencia y qué bonito milagro he recibido!.
Hoy me he podido levantar para volver a soñar y esforzarme por Quien y quienes vivo.
¡Qué providencia que en esta vida no estamos caminando solo hacia un fin, sino hacia el encuentro con el Dios Trino!.
Y qué privilegio el poderlo saber para seguir siendo su testigo.
Gracias por avivar mi fe, mi esperanza, mi vocación, mi ser y todos mis sentidos.
Gracias a ti, mi querido Papa Benedicto.
Sor María Elena Hernández González
Plasencia 14-1-23

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